Domingos de fútbol

Domingos de fútbol


Muchos años después. Cuando ya jugaba por la selección del pueblo, cada vez que metía un gol, alzaba mis manos al cielo. Era el recuerdo emocionado para mi tío Kiko. Tenía seis o siete años cuando él me llevaba al estadio. Íbamos con sus amigos. Tres o cuatro pelafustanes como mi tío. No pagábamos entrada. Mi tío sus amigos y yo, saltábamos el cerco y nos instalábamos detrás de un arco. Y allí tendidos, destapaban una damajuana de cinco litros. De cinco litros de vino malo. Mi tío me compraba una bolsa de caramelos. Y allí estábamos. Veíamos tres partidos. Y todo era bromas. Y risas. Le gritaban a los jugadores líbelos infamantes. Cosas de cuernos. Contaban chistes. Puteaban al árbitro. Cantaban. Tomaban. Reían. Se mofaban del público. Del físico de algunos jugadores. Los futbolistas no tenían nombre. Sólo apodos. Sobrenombres. Algunos bestiales. Como mariquita linda, pito corto o pico podrio. Festejaban los goles. Las victorias. Las derrotas. Las patadas y los penales. Poco a poco se emborrachaban. Se volvían mustios. Se iban quedando en silencio. Casi ciegos. Se tumbaban adormecidos. Luego terminaban los tres partidos. La gente se retiraba. El silencio. Ellos dormían. Mi tío y sus amigos se quedaban dormidos. Borrachos. Y caía la tarde. La noche. Y yo niño. Muerto de susto. Iba de uno a otro. Despertándolos. Llorando. Como todos los domingos. Eso pasó hace mucho tiempo. Pero aún los veo. En cualquier partido. Detrás de un arco. Borrachos a más no poder. Ya sea un partido del Barça contra el Real Madrid. Los veo. Mi tío, sus amigos y yo. Ellos borrachos para siempre y yo con mi bolsa de caramelos. Detrás de un arco. Para siempre.


8 comentarios:

Anónimo dijo...
13:23
 

erselente

Me gusta ese viraje trágico.

El que nace deportista muere borracho.

Anónimo dijo...
12:27
 

Desde Parque Bustamante en estos días grises por los cuatro costados, te envío mi abrazo de siempre, mi cariño de infancia, el sol que aparece en septiembre. Todo para ese niño parado detrás del arco, aferrado a su bolsa de dulces, viéndolo todo como en una película.

Te queremos

m.

Hola Riforfo. Matvi. Querida m querida de mi corazón. Yo también te quiero. Yo también las quiero.

De Vito dijo...
21:02
 

En honor a la prudencia mister Hugo, es ud. el mejor en su género
en el finis terrae

Un abrazo amigo De Vito. Este relato ya usted sabe, es también suyo. Usted era el niño. Otro abrazo.

Anónimo dijo...
17:02
 

En una ocasión la selección de Puerto Natales disputó una final regional en Punta Arenas. Fuimos en caravana de vehículos y buses a presenciar el partido, los natalinos se ubicaron al frente de la galería oficial. Pronto comenzó la distribución de garrafas y botellones de vino que bebían copiosamente. A mitad del partido el griterío era infernal. El arbitro tuvo la mala ocurrencia de cobrar un penal a favor del local. Se armó una trifulca descomunal. Las botellas volaban sin ton ni son. Algunos de los más exaltados saltaron la reja olímpica ingresando a la cancha e intentando golpear al arbitro. Tuvo que intervenir la fuerza pública. Sacaron al arbitro por un sector lateral en medio de una lluvia de piedras e insultos. El partido fue suspendido por falta de garantías. Regresamos en caravana que se detenía cada 50 kms, a compartir las botellas y avivar a su selección...
yo tenía 10 años, pero aún hoy me parece escuchar las risas y gritos de apoyo de esa verdadera marea humana.